CAPÍTULO 10
EL TESTIMONIO DE JESUCRISTO ES LA VERDAD PRESENTE
Apocalipsis 19:10 Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo:
mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. ADORA a DIOS; PORQUE EL
TESTIMONIO DE JESÚS ES EL ESPÍRITU
DE LA PROFECÍA.
Éste
pasaje de la Biblia está diciendo que adoremos a Dios porque el testimonio de
Jesús, es el espíritu de la profecía y el testimonio de Jesús fue revelar al
Padre, a mostrarnos Su amor y darnos
salvación. Una verdad tan fundamental y
preciosa que fue perdida de vista al aplicar el versículo de manera errada;
Comprender el testimonio de Jesús para nosotros es vital, si no aceptamos ese
testimonio, simplemente no tendremos vida eterna, aunque profesemos haber
aceptado a Jesucristo como Salvador Personal,
porque Jesús nos fue dado para conocer a YHWH ELOHIM, JEHOVÁ nuestro
DIOS.
1Juan 5:9 Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha
testificado acerca de su Hijo. 5:10 El
que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a
Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.
5:11 Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta
vida está en su Hijo. 5:12 El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que
no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.
5:13 Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis
vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.
5:20
Pero sabemos que el Hijo de Dios ha
venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos
en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida
eterna
De
manera que el testimonio de Dios es: que
aquel que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo, y Jesucristo es el verdadero Dios y la vida eterna. Claramente podemos ver que Jesucristo
mismo es el Testimonio de Dios. Esto
concuerda con Juan 1 cuando dice que en el principio era la Palabra, y la
Palabra era con Dios y ¡la Palabra era
Dios!
En
el principio era el Testimonio y el
testimonio era con Dios, y ¡el
testimonio era Dios!
Las
palabras de Jesús a sus discípulos antes de ser sacrificado son tan importantes como como las últimas
palabras de un padre a sus hijos antes de morir. En ellas nos permite ver el plan de
Salvación por la gracia de nuestro maravilloso Dios.
Juan17:1 Estas cosas habló Jesus y levantados los ojos al cielo
dijo: Padre, la hora es venida, glorifica
a tu Hijo para que también tu Hijo te glorifique a ti. Hay una unidad indivisible entre Padre e
Hijo, que solo Dios puede romper, Jesús trajo gloria a Su padre como hemos
visto, haciendo las obras que Él le daba que hiciera, en el poder del mismo Dios; por esto mismo
Jesús dijo que no hacía nada de sí mismo sino que El Padre hacia las
obras. Dios Glorifico a Su hijo desde el
momento de “engendrarlo” porque elevó esa humanidad consigo mismo. Le glorificó en ocasión de Su Bautismo, reconociéndolo como Su Hijo, Mateo 3:17, En el monte de la transfiguración,
al ser inundados con la gloria que oculta su humanidad, haciendo venir a Moisés
y Elías, confirmándolo nuevamente como Su Hijo amado. Este es el gran misterio de Dios! Que puede ser el Padre por engendrarlo
siendo la vida misma de
Su Hijo y puede trascender la humanidad, refulgir en Su gloria original la cual se veló en la humanidad de Jesús, porque es la única forma en que podíamos conocer al Padre. Y si creemos que Dios es Omnipresente, no será un misterio que el Padre pudo glorificar a su hijo.
Su Hijo y puede trascender la humanidad, refulgir en Su gloria original la cual se veló en la humanidad de Jesús, porque es la única forma en que podíamos conocer al Padre. Y si creemos que Dios es Omnipresente, no será un misterio que el Padre pudo glorificar a su hijo.
Juan 17:2 Como le has dado potestad sobre toda carne
para que dé vida eterna a todos los que le diste 17:3 Y
esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a
Jesucristo, a quien has enviado.
Juan
17:2, que recién leímos, y el versículo que sigue, están
ligados en su contexto así como el resto de ellos, el punto
a resaltar es la potestad que le
fue dada a Jesús, de dar vida
eterna. Ésta vida eterna que le fue concedido dar, es dar a
conocer al único Dios Verdadero quien era Su vida misma, y a Él mismo, Su hijo Jesucristo, que por Su Sacrificio, pagó nuestra deuda de
pecado, y nos reunió a nuestro Padre, por la reconciliación de Su Sangre
preciosa. Él mismo es el testimonio de Su Padre para los hijos que se habían
perdido y que eran suyos por creación.
Podemos ver en el versículo que sigue que esa fue la forma de glorificar a Su
Padre, revelando en Sí mismo como Sacrificio el amor de Un Padre que se dio todo por
nosotros, pero que no muere porque es eterno,
y por la misma razón “engendró” a
Su Hijo Jesucristo, Y por la misma razón,
Él mismo vino en Jesús.
Juan 17:6 He manifestado
tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. 17:4 Yo
te he glorificado en la tierra, he acabado la obra que me diste que hiciese.
Juan 17:5 Y ahora, Oh Padre, glorifícame Tú contigo
mismo, con la gloria que tuve contigo
antes que el mundo fuese. 17:6 He manifestado Tu nombre a los hombres que del
mundo me diste:
tuyos eran y me los diste a mí, y han guardado tu palabra. 17:7
Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti;
17:8 porque las palabras que me diste,
les he dado; y ellos las recibieron, y han
conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
Jesús hijo,
en Su humanidad está diciendo al Padre: He terminado la obra que me
diste, ¡glorifícame TU CONTIGO
MISMO! Cristo está a punto de padecer y
está diciéndole a Su Padre Glorifícame en Ti mismo con la gloria que tuve
contigo antes que crearas el mundo. Y
vuelve a repetir, he acabado la obra que
me diste que hiciese, afirmando con estas palabras lo que había dicho antes,
que vino a dar testimonio de Su Padre.
Estas palabras penetran mi corazón como una espada aguda de dos
filos, Jesús está diciéndole a Su
Padre, quiero ser como era antes
cuando no había dos sino UNO, salí de Ti, Tú me enviaste. Y ellos lo han
creído. ¡He glorificado Tu Nombre!
Juan 17:9 Yo
ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los
que me diste; porque tuyos son, 17:10 y todo lo mío es
tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. 17:11 Y
ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu
nombre, para que sean uno, así como nosotros.
Si
el Señor abriera nuestro entendimiento y
pudiéramos vislumbrar tan solo, el
sentir del Señor al pronunciar estas palabras,
Y YO VOY A TI PADRE SANTO. El
corazón se constriñe al ver el corazón de nuestro padre en Jesucristo, La
humanidad, estaba por ser absorbida por la divinidad. El apóstol Pablo nos da una idea de esto,
aunque en cuanto a la transformación de nuestra humanidad.
2 Corintios 5:1 Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo,
se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna,
en los cielos. 5:2 Y
por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación
celestial; 5:3 pues
así seremos hallados vestidos, y no desnudos.
5:4 Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.
5:4 Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.
De la misma forma Jesús deseaba ser absorbido por Dios
que lo poseía desde el Principio, antes
de la fundación del mundo, por eso dice y yo voy a ti Padre
Santo, todo lo mío es tuyo y lo tuyo mío.
Cristo declara aquí sin lugar a dudas Su Unidad Personal con El Padre y pide que los hijos que eran de Dios y
le han sido dados sean uno en la misma profundidad espiritual de la Unidad del
Padre y el Hijo, UNO SOLO EN VERDAD.
Juan 17:12 Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los
que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de
perdición, para que la Escritura se cumpliese.
Jesús
guardaba a los hijos que eran de Dios y le fueron dados para guardarlos para
Dios, En el Nombre de DIOS, YHWH, EL
PADRE.
Juan 17:13 Pero
ahora voy a ti;
y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. 17:14 Yo
les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como
tampoco yo soy del mundo. 17:15 No ruego que los quites del
mundo, sino que los guardes del mal. 17:16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 17:17 Santifícalos en tu verdad;
tu palabra es verdad.
17:18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.
17:19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. Jesús humano sería glorificado en su muerte, como dije antes, ABSORBIDO EN DIOS MISMO, eso quiere decir ahora voy a Ti. Y declara la forma en que Dios santifica y guarda del mundo y del enemigo a Sus hijos, POR MEDIO DE LA PALABRA DE DIOS. Jesus mismo, se santificó a sí mismo en esa palabra para santificar a sus hijos.
17:18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.
17:19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. Jesús humano sería glorificado en su muerte, como dije antes, ABSORBIDO EN DIOS MISMO, eso quiere decir ahora voy a Ti. Y declara la forma en que Dios santifica y guarda del mundo y del enemigo a Sus hijos, POR MEDIO DE LA PALABRA DE DIOS. Jesus mismo, se santificó a sí mismo en esa palabra para santificar a sus hijos.
“Así como somos Salvos solamente por medio de
Jesucristo, Su Palabra, su Testimonio;
Así seremos santificados, guardados de este mundo y atraídos a Él por
medio de Su Palabra, La Santa Biblia.”
Juan 17:20 Más no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de
creer en mí por la palabra de ellos,
17:21 para que todos sean
uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en
nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. 17:22 La
gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros
somos uno. 17:23 Yo en
ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para
que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como
también a mí me has amado. 17:24 Padre, aquellos que me has
dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado;
porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.
17:25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo
te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. 17:26 Y les he dado a conocer tu
nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en
ellos, y yo en ellos.
Esta es la meta del plan de Salvación, una unidad indivisible con el Padre por medio
de Jesucristo. EL PADRE ENTREGO A SU HIJO
ENTREGÁNDOSE A SÍ MISMO EN ÉL PARA SALVARNOS. La única forma
de pagar nuestro rescate, vida por
vida. Porque Dios no muere.
YHWH
nuestro ELOHIM debía llevar nuestros pecados, y el castigo que merecemos, si
quería rescatarnos y hacernos suyos nuevamente.
La caída de la humanidad en el pecado, nos separó completamente de la
presencia de nuestro Padre, de la vida eterna, de la santidad y pureza de la Naturaleza
Divina, que Él compartía con Adán y
Eva. Para tomarnos nuevamente como sus
hijos es necesaria esa condición que los primeros padres tenían al ser
creados.
Por
esta razón el plan de salvación tiene que ver con la persona del Padre, este plan restaurará no solo la relación de
hijos sino que nos hará santos, puros, compartirá con nosotros Su naturaleza
Divina por Su Espíritu. Todo esto, esta
simbolizado en la Unión del Padre y el
Hijo en una persona, porque es su pureza
y su santidad, su vida eterna, la que podemos compartir ahora y compartiremos,
por medio de una comunión profunda, indivisible con nuestro Salvador y
Dios. Por esta razón debemos estar
unidos a Él espiritualmente desde ahora,
para que en el momento que esperamos con ansias, seamos llenos de la plenitud
de Dios.
1 Juan 3:1 Mirad cuál amor nos ha dado el Padre,
para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque
no le conoció a él. 3:2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y
aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se
manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. 3:3 Y
todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él
es puro.
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